PENSANDO EN EL MEDIO AMBIENTE, ¿QUÉ ES MENOS CONTAMINANTE, LEER LIBROS EN PAPEL O DIGITALES?

(He reunido en esta entrada la información que ya había y la de «Nuevos datos, mismos resultados».)

Creo que muchos lectores queremos sentir el tacto del papel, el peso del libro, la visión de las estanterías llenas. Por la persona del verbo que he utilizado ya saben que me incluyo en ese grupo. Sin embargo, cuando pienso en el consumo racional, responsable y sostenible me surgen dudas. El papel del libro viene de los árboles, y en su transformación y en la publicación se usan productos químicos para blanquear, para las tintas, etc., además de que los libros tienen que ser transportados a las librerías, para lo que consumen combustible. Para fabricar un lector digital se usan materiales no renovables, algunos de ellos conseguidos a costa de un gran impacto socioambiental, y hay que consumir energía para leer.

Veamos, entonces. Voy a ir adelantando la solución (condicional) a la que he llegado: si usted ya tiene un lector digital o tiene una tableta y la usa para leer, no lo dude, lo más ecológico (además de barato, que también podría entrar en la ecuación de la sostenibilidad) es el libro digital. Si ese es su caso, no necesita continuar leyendo esta entrada. Ahora bien, si está pensando si debe comprar un lector o los libros en papel de siempre, la cosa no es tan fácil.

En cuanto al libro de papel, debemos tener en cuenta varios datos. En España el papel que usan las editoriales proviene de plantaciones de eucaliptos y pinos, en concreto de 430 000 hectáreas dedicadas a esto. Van cortando y plantando. Aquí empezamos a encontrar escollos: ¿qué impacto ambiental tiene ese espacio inmenso (4300 km2, si no me equivoco en la conversión) de eucaliptos y pinos que, además, nos han ido vendiendo durante décadas como repoblaciones forestales?

Bien, ya tenemos los árboles cortados y pasan a la fabricación del libro. Aquí vienen los procesos de blanqueamiento y preparación del papel, energía, agua y los productos químicos usados para la fabricación de la tinta, colas y disolventes. El siguiente paso es el transporte, que significa consumo de combustible.

Para los libros en papel existe la opción de usar papel reciclado, lo que reduce mucho su huella ecológica: menor corte de árboles y gasta menos energía y agua por libro.

Veamos cómo es el proceso para la fabricación de un lector digital o una tableta antes de analizar algunas comparativas. Los materiales incluyen plástico, arsénico, zinc, cobre, litio, oro, cristales tratados y, tal vez el compuesto más problemático desde el punto de vista socioambiental, el coltán, que proviene de zonas en guerra de África y cuya extracción es ecológica y socialmente insostenible. El gasto de agua es de unos 80 l por lector digital y necesita, evidentemente, transporte y por tanto consumo de combustible. Además, lo más habitual es que se fabrique en Asia y se deba transportar hasta aquí.

También podemos encontrar diferencias en la disposición final: en España, a pesar de las normativas europeas (principalmente el RAEE, transpuesto a la legislación española por el RD 208/2005), solo se trata el 30% de los residuos electrónicos, por lo que gran parte de las sustancias tóxicas contenidas en el lector digital o la tableta terminan donde no deben. En cuanto al papel, en Europa se recicla un 60% del papel usado, que en volumen, además, se va reduciendo cada año. La disposición final de un libro es probable que sea una biblioteca particular o pública (por lo que no produce residuo), mientras que es poco probable que guardemos los lectores digitales o tabletas que se van escacharrando.

He hablado de fabricación y transporte y también de disposición final. Ahora veamos qué pasa durante la vida de cada tipo de libro.

El estudio comparativo más completo tomaba en cuenta, para un periódico en papel, leído en ordenador y leído en lector digital (en Europa) el consumo de energía, el tipo de recursos y el potencial de acidificación, de eutrofización, de calentamiento global, de afección a la capa de ozono, de ecotoxicidad acuática y terrestre, y de toxicidad para el hombre, todo ello calculado desde la producción hasta el descarte como residuos. El lector digital ganaba en todo, si bien los escenarios eran comprar el periódico en papel, leer diez minutos o leer media hora por día, lo que restringe un poco los resultados. Lo más contaminante del periódico impreso sería el papel usado y la energía gastada en la editorial; en el caso del ordenador, el consumo de energía; lo menos ecológico del lector digital serían la fabricación y los residuos.



De este estudio las asociaciones papeleras tomaron la idea de que si se va a leer un documento adjunto en un ordenador durante más de quince minutos por página sería más ecológico imprimirlo, como ejemplo de la gran diferencia que existe entre los impactos del papel y la electrónica. Un estudio reciente de la misma institución sueca contradice esta afirmación basándose en que de esa manera solo se consigue sumar al impacto del ordenador el de la impresión, pues recientemente se está atribuyendo gran participación en el consumo de energía a los sistemas de almacenamiento y transferencia de información vía internet, incluso mayor que el consumo del propio aparato.

Pero los estudios comparativos más usuales se refieren a la producción de CO2. En teoría el carbono que está en el árbol pasa al papel y se queda ahí, además de que seguramente será replantado, por lo que la producción de CO2 provendrá más bien del consumo de energía y del transporte para la producción del libro.

Básicamente debemos considerar que para leer un libro tradicional (con luz solar) no se consume energía, mientras que sí se necesita para leer un libro digital. Pero no siempre leemos de día ni con luz solar, por lo que seguramente consumiremos electricidad para leer en ambos casos. Para leer un libro en papel usando una bombilla de 20 W gastaremos 20 Wh de electricidad por hora; si usamos una tableta probablemente gastemos entre 2 y 6 Wh por hora; un lector digital es mucho más eficaz en el uso de la energía, tal vez (por datos indirectos) incluso su consumo sea el 10% del de una tableta.

En Estados Unidos calcularon que se necesita leer 14 libros digitales para compensar la emisión de CO2 producida por la fabricación de un lector. Un estudio sueco lo cifraba en 33 libros digitales de 360 páginas cada uno. Los cálculos van desde 0, 25 hasta 7,5 kilos de CO2 emitidos por cada libro en papel, que sería la base de reducción por cada libro leído en un lector digital. Según ASPAPEL las emisiones producidas serían 1,2 kg CO2/ libro de papel fabricado, lo que es posible teniendo en cuenta los resultados del Proyecto Life – Autoedición (http://www.ecoedicion.eu/), los cálculos de la editorial francesa Hachette (http://www.hachette.com/file/23-file-fr),y los datos que aparecen en la web http://muhimu.es/medio-ambiente/ebook-libro/#, basados en « Åsa Moberg & Clara Borggren & Göran Finnveden (2010). Books from an environmental perspective—Part 2: e-book s as an alternative to paper books». Este artículo es el famoso de los 33 libros de 360 páginas para compensar la huella de carbono de un lector digital, artículo al que solo se puede acceder suscribiéndose a la revista por 35 €, lo que está fuera de mis objetivos actuales.

Parece ser que para la producción de un libro de papel en Estados Unidos, no sé exactamente porqué (tal vez por su matriz energética muy contaminante), se acepta que las emisiones están en torno a los 4 kg de CO2.

La huella de carbono de una tableta puede ser de 130 kilos de CO2 por aparato (ejemplo tomado de un iPad), o 105 (iPad 2). Apple ha invertido en energía solar en los últimos años y no consume energía de la red en sus instalaciones en Estados Unidos, pero los iPad son fabricados en China y transportados a todo el mundo, de modo que la matriz energética que usan en la producción es la china. Es decir, a pesar de los paneles solares, la fabricación del iPad no tiene por qué emitir menos que otra tableta.


La huella de carbono producida por la fabricación de un lector digital es de 30 kg de CO2 según (http://www.theguardian.com/sustainable-business/carbon-footprint-ipad-kindle). Es decir, la fabricación de un lector digital (sin conexión fija a internet ni otros programas, solo lector) emite mucho menos que la de una tableta y además consume mucho menos, pues supuestamente solo gasta energía mientras se forma la página o cuando se usa la luz propia del aparato.


Si asumimos de 30 a 40 kilos de CO2 como punto de partida y un consumo de 2 – 6 W por hora, el ahorro en la producción de CO2 por cada libro digital que leamos dependerá de la matriz energética del lugar en el que estemos, lo que se llama el mix energético: la proporción de cada tipo de combustible utilizado para la producción de energía. También tenemos que tener en cuenta las pérdidas de energía en la distribución. Por ejemplo, en España, con un 45% de energía procedente de centrales térmicas, 20% de nucleares, 19% de renovables y 14% hidroeléctrica, el coeficiente oficial es de 0,649 kg CO2/kWh de electricidad final consumida. En Suecia, con solo un 5% de térmicas, el coeficiente es casi diez veces menor. En Estados Unidos, con un 70% de térmicas y renovables casi inexistentes, la emisión de CO2 por kWh es más del doble que en España. En China (77% carbón) es más del triple. Y para mí, aquí en Brasil, con una gran contribución de energía hidroeléctrica, es la cuarta parte que en España.




Hay análisis (no estudios) que se decantan por el libro en papel por considerar que muchos lectores digitales recibidos como regalo nunca se usan, que la media de lectura es baja y (no sé de dónde sale este dato) consume más una tableta (no un lector) que una bombilla.

Y hay más factores que debemos tener en cuenta: en una familia, un libro impreso pasa de uno a otro sin mayor gasto de energía ni contaminación, mientras que un libro digital seguramente necesitará un lector o tableta por persona. Otro factor es que una tableta no es algo que se compre ni se use únicamente para leer libros digitales y que es probable que se compre tanto si se van a leer libros impresos como electrónicos. Cuanto más dure el lector o la tableta y cuantos más libros se lean en ellos, menor será el impacto ambiental del aparato, ya que evitamos la producción de libros impresos y de residuos tecnológicos. Con el auge actual de la autoedición y de la impresión por demanda, esto es más válido aun, pues si contamos con ediciones de veinte mil libros rodando por ahí esperando un comprador, en ese caso el daño ya está hecho y la lectura en digital serviría solo para aumentar el impacto de ese libro en concreto. También hay que sopesar el riesgo para la salud visual de leer en una tableta, algo que parece que no ocurre con un lector digital.

Hagamos un cálculo sencillo para despejar algunas dudas:

-       Si tomamos como 1,2 kg CO2 las emisiones derivadas de la producción, transporte y distribución por cada libro de papel en España;

-       si tomamos como 38 Kg CO2 las emisiones derivadas de la producción, transporte y distribución de un lector digital;

-       si tomamos como 10 horas la media de tiempo que dedica una persona a la lectura de un libro de unas 300 páginas;

-       si tomamos como 6 vatios hora (0,006 kWh) el consumo de electricidad para leer en un lector digital;

-       si tomamos como 0,649 kg CO2/kWh las emisiones producidas en España debido a su matriz energética y pérdidas en la distribución (datos oficiales)

- y si tomamos 33 como el número de libros digitales que deberíamos leer para compensar la huella de carbono de un lector:

33 libros en papel x 1,2 kg CO2/ producción de cada libro en papel = 39,6 Kg CO2

10 horas de lectura en tableta x 0,06 KWh x 0,649 kg CO2/kWh = 0, 04 kg CO2/libro leído en tableta

33 libros digitales x 0,04 kg CO2 / libro digital leído = 1,32 kg CO2

¿38 kg CO2 emitidos en la fabricación de un lector digital + 1, 32 kg CO2 emitidos por la lectura de 33 libros digitales = 39,6 kg CO2 emitidos por la producción de 33 libros en papel?:

39,32 = 39,6, lo que se aproxima suficientemente.


Es decir, teniendo en cuenta únicamente las emisiones de CO2, deberíamos leer al menos 33 libros digitales en el lector digital para amortizar las emisiones de fabricación de uno de estos aparatos electrónicos en España. No me parece demasiado.

Para compensar la huella de carbono de una tableta (130 kg de emisiones en lugar de 38) en España habría que leer al menos 3 veces más libros, por lo menos 100. Pero la tableta tiene otros usos (digamos que leer libros en ella no es su función principal) y siempre que la usemos en lugar del ordenador estaremos economizando un gran porcentaje de emisiones.

  
En un resumen de los estudios realizados hasta 2010, A. Moberg, del Royal Institute of Technology de Suecia, concluía que no se pueden extraer conclusiones definitivas acerca de la preferencia por libros impresos o digitales desde una perspectiva ambiental, pues cada uno produce diferentes impactos y algunos de ellos no pueden ser bien medidos por falta de datos y poca eficacia de los métodos de cálculo.


Supongo que debemos tener en cuenta los datos del estudio comparativo que analizaba varios aspectos y en los que el lector digital siempre aparecía con el menor índice de potencial de contaminación, y también el impacto socioambiental producido por su fabricación, además de las condiciones y predilecciones de cada uno, para decidir si vamos a comprar un lector digital o seguir usando los libros en papel de siempre. Pero insisto: si ya tiene un lector digital, no tiene excusa para comprar libros en papel; si tiene una tableta y no le molesta leer con la luz del aparato, tampoco. Incluso comprar un lector digital usado me parece una opción más responsable, pues se alarga la vida de un aparato que ya está fabricado y se evita que vaya al vertedero

Para quien quiera profundizar más en estos asuntos, aquí hay una página con enlaces a un gran número de publicaciones sobre el tema: http://www.ecolibris.net/ebooks.asp.



****Nota de agosto de 2018: El libro «¡Carao! Pantanal» no se encuentra a la venta en formato digital temporalmente. Una vez terminados los ejemplares de la primera edición en papel (a precio reducido a través de este contacto), volverá a estar disponible para leerlo en lector electrónico.
Y hablando de libros y de coltán: «Coltan», libro del año 2010 de Alberto Vázquez-Figueroa.


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