No sé qué pudor o
qué escrúpulos me llevaron a cambiar los nombres de las poblaciones de ¡Carao! Pantanal en las últimas
correcciones. Hay suficientes referencias en el libro como para que cualquiera sepa
sin dudarlo a qué lugares me refiero.
A veces un amigo uruguayo me
decía que aquello era como Cien años de
soledad: los apellidos se repiten, sobre todo los de las autoridades;
siempre son los mismos. Por eso cuando le cambié el nombre me decidí por Puerto
Macondo, pensando que al mismo tiempo homenajeaba la ironía de mi amigo.
Una vez puesto a cambiar, no
tuve más remedio que inventar otro nombre para la ciudad brasileña cercana. En
esta ocasión solo mantuve una cierta semejanza en el sonido y la llamé Xarupá. Aunque, ¿quién no conoce el nombre de la cidade
branca del Pantanal?
No existe una estancia Palma
Blanca, pero sí hay un rancho allí, en ese mismo lugar, y a sus características
me ceñí para enmarcar la vida de mis vaqueros. La palma blanca, Copernicia alba, es la palmera del
Pantanal, la que aparece en cuanto una pequeña altura del terreno le permite
tener los pies secos durante una parte del año.
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