El Pantanal es un mundo diferente. Pero no es un mundo de monstruos, vampiros y magos. Es real.
RÍO TACUARÍ - PANTANAL - BRASIL
Documental Globo Rural sobre la sedimentación del río Tacuarí y sus consecuencias sobre el área en la que se desarrolla «¡Carao! Pantanal». (Aquí el enlace para la segunda parte).
Es muy interesante lo que explica Emiko de Resende sobre la importancia del ciclo de seca-llenura: sin esa alternancia, la masa de agua se comporta como "un enorme desierto acuático" por la falta de aporte de nutrientes.
Al margen de las explicaciones sobre el desastre ambiental causado por el ganado, los cultivos en la zona del nacimiento del río y las infraestructuras mal planeadas, quiero subrayar varias cosas que aparecen en el reportaje:
Primero, el apego de esa gente por el Pantanal; no se quieren ir, a pesar de la inundación o la sequía permanente de sus campos que antaño seguían el ciclo de los pantanos. Al final del reportaje, Luciano de Barros dice que un amigo le preguntó en una ocasión qué es el Pantanal. Entre lágrimas, responde: «Es nuestra vida».
Segundo: en todas las tomas se ve o se oye algún ave.
Tercero: en la segunda parte del documental, mientras están buceando (en 06:41) pasa un par de pirañas por delante de ellos.
Cuarto: esas son las deslizadoras típicas del Pantanal, que precisamente construye ─entre algunos pocos más─ y vende el marido de Emiko de Resende.
─Pucha,
la llenura es peligrosa –se lamenta finalmente Pedrito, pensativo-. Y más bien
acá más o menos podés saber cuándo va a llegar el agua, pero allá en el Brasil
donde trabajé era peor. Mirá, esa estancia estaba orilla del río Tacuarí, allá
al otro lado del río –señala con el brazo y la mano extendidos-. Parece que allá
en el Cerrado, donde nace el río Tacuarí, esos negros lo desmataron todingo, no
dejaron un palo parado en sus tierras, ni en la orilla. De ahí cada año la
llenura fue peor y ya no se sabía ni cuándo iba a llegar, ni hasta dónde. Te digo
que cambió el agua y un año va por un lado y al siguiente por otro. Dicen los
brasileros que bajan como dos mil volquetadas de tierra cada día por el río y
ya no es llenura, es el mismo río que corre por medio millón de hectáreas.
Mirá, se acabó la ganadería en esa tierra y hasta la gente de esas comunidades,
pantaneros puros, che, tuvo que mandarse cambiar.
─¿Y
qué decís vos, será que va a pasar acá lo mismo cuando empiecen a sacar madera
para el carbón? Son setenta mil hectáreas, dijeron por la radio, y justo acá al
borde de los pantanos.
─¿Cómo
será, pues? Yo hallo que si sacan todo ese monte y más construyen las fábricas
y el trillo, las llenuras van a cambiar.
Mario
observa al viejo vaquero, su caballo, la llanura inmensa que los circunda.
─Compadre,
es mejor que aprendamos a tumbar árboles o a cargar camiones. Puta miércoles,
este Pantanal se va al carajo, che.
─Elay,
vamos a tener que pedir un puesto en el mercado como collas –bromea Pedrito, y
ambos ríen mientras pican espuelas para alcanzar un trote corto. Por no llorar.
EL PANTANAL EN NATIONAL GEOGRAPHIC
En este enlace, entre las diapositivas 60 y 81 se despliega el fantástico trabajo de Eva van den Berg sobre el Pantanal, con fotografías espectaculares de Olivier Grunewald, publicado en la revista National Geographic España de mayo de 2016.
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AQUÍ MANDO YO
Oí esta mañana a Maduro y me pareció volver en el tiempo y en el espacio al Pantanal de los tiempos de Mario. El tono. La amenaza. Aquí mando yo.
Mario
se sorprende al entrar en el salón del Concejo Municipal y encontrarlo tan
lleno que algunas personas deben asistir de pie junto a las sillas colocadas
para el acto. No le sorprende, sin embargo, que algunos conocidos contesten con
renuencia a su saludo, teniendo en cuenta las palabras del locutor de radio
aleccionado por las autoridades locales: «Movilicemos todas las fuerzas vivas
de la ciudad para botar de una vez a esta gentuza que se opone a nuestro
desarrollo…». Y allí están los que
conforman esa «gentuza»: representantes de las ONGs ambientalistas, del Parque
Nacional y él mismo, sentados en primera fila como en un banquillo de acusados.
Y allí están, también, las fuerzas vivas, en las personas de los dirigentes de
pescadores, comerciantes, ganaderos, del ejército, de los campesinos…
Mario
no se deja afectar por el ambiente, ni por las palabras del presidente del
Concejo, ni por las del presidente del Comité Cívico, ni por los gritos que
algunos de los presentes lanzan en su contra cuando se le menciona, ni por las
intervenciones de los representantes de colectivos, que «apoyarán cualquier decisión
que se tome», remarcando amenazadoramente las palabras «cualquier decisión».
Aunque casi todos son mayores que él, Mario ha jugado al fútbol con muchos de
ellos, se ha peleado, ha hondeado
pájaros con ellos, los conoce desde siempre y su supuesta categoría actual como
autoridades no le impresiona.
Para
los restantes miembros de la «gentuza que se opone al desarrollo regional»
resulta más amedrentador: deben sopesar bien las consecuencias de este acto,
pese a que sea más teatral que otra cosa. Algunos, quizá con una visión más
amplia, se encuentran tranquilos ante quienes solo consideran representantes de
una pequeña población de quince mil habitantes, mientras que otros sufren el
efecto del aislamiento que les hace magnificar el poder de las autoridades
locales.
Tras
las acusaciones y amenazas más o menos veladas, le toca el turno al alcalde
para representar su papel de elemento conciliador, rebajando el tono hasta un
tirón de orejas que trata de dejar claro, no obstante, que si hay una próxima
vez será peor. No quiere oír ni una palabra más en contra del desarrollo del
pueblo.
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NEGOCIADOR EN BOLIVIA: TRABAJO DE RIESGO
El asesinato del viceministro Illanes cuando intentaba negociar en una protesta de mineros cooperativistas me ha traído a la memoria dos pasajes de «¡Carao! Pantanal». Parece que las cosas no avanzan mucho en Bolivia.
De
vuelta tras las navidades en Madrid, ya en Santa Cruz, los ve cuando la
manifestación pasa por la plaza en silencio. Son unos cientos de collas que avanzan, hombres y mujeres,
como una masa imparable; campesinos que bajaron a los llanos y que ahora
reclaman algo al gobierno departamental. El silencio de la masa es
amedrentador. El cooperante siente cómo se le eriza el vello observando los
rostros impasibles, impenetrables, la mirada dura de los quechuas, o aimaras, o
ambos. Siente la impresión de que es gente capaz de hacer lo que se proponga a
base de determinación, capaz de no sentir el cansancio, el dolor, el frío…
Capaz, piensa, de matar o morir sin un pestañeo. No es un pensamiento lógico, solo
una sensación que se le quedará grabada para siempre. (Pág. 295)
La
situación se recrudece: alguna autoridad local tilda al presidente de la nación
de «colla de mierda» en las locuciones radiofónicas; los ministros enviados por
el gobierno para negociar son vejados y retenidos bajo amenaza.
El
cierre de la frontera y los medios de transporte deja atrapado a gran número de
viajeros en la zona, que ven cómo ante la imposibilidad de continuar viaje, las
habitaciones duplican y quintuplican su precio habitual, al igual que los menús
de hoteles y pensiones.
La
porción de la población que vive al día, que debe obtener del trabajo diario la
posibilidad de comer una jornada más, mayoritaria en esta frontera, comienza a
resentirse sin encontrar la fuerza para protestar por el paro decidido
unilateralmente por las autoridades.(Pág. 199)
NO TE DIGO NA
Como dirían en «La reina del sur» de Pérez-Reverte: «Pa que te digo no, si sí».
Estoy que no quepo en mí.
Primero Unamuno, después Thomas Mann y Edmundo de Amicis y después yo en la lista de más vendidos en español en Amazon Brasil.
Esto no dice mucho en favor del criterio de los lectores brasileños, claro está. Y menos si vemos a Vargas Llosa, Isabel Allende, Lorca y Neruda del 16 «pra lá».
RESEÑA EN QUERCUS
Era casi un chaval cuando empecé a comprar la revista Quercus; incluso adquiría las tapas que vendían para encuadernar los números del año. Ha pasado media vida y ahora me encuentro una reseña de mi libro en esa publicación.
Junto con la presentación de «¡Carao! Pantanal» en el Museo de Ciencias Naturales, es algo simbólico para mí, que me hace sentir orgulloso e incluso sobrepasa mis humildes pretensiones.
PRESENTACIÓN EN EL MUSEO
Muy agradecido al director del museo y especialmente a Ángel M. Sánchez por el trabajo arduo de preparación. También a Fernando Barrios y Manuel Español que complementaron la presentación con sus palabras e imágenes junto a Ángel.
«LLENURA»
«Desde
que el camino se encuentra practicable hasta el comienzo de la época de
lluvias, los relevos se realizan en todo-terreno, mientras que el resto del año
la camioneta solo puede llegar hasta
la última comunidad y desde ahí los
vaqueros deben continuar a caballo. La carga que se puede enviar se reduce a
unos cien kilos que puede transportar cada mula de tiro.
Si la sequía es dura en el Pantanal, la época de lluvias puede serlo aun más». (Pág. 87)
Si la sequía es dura en el Pantanal, la época de lluvias puede serlo aun más». (Pág. 87)
EL CHAJÁ
El
cooperante piensa que en el recuerdo de cualquiera que haya conocido el
Pantanal siempre ha de haber un chajá posado
sobre un arbusto de ribera. El chajá,
emparentado con los patos, es más similar en tamaño y aspecto a una avutarda y
acostumbra encontrarse cerca del agua, aunque solo entra en ella cuando es muy
somera y puede caminar mojándose únicamente los pies. Es muy bullanguera y
forma parejas de por vida, lo que unido al parecido de su voz con el guaraní yaha, que se traduce como vamos o vámonos, ha dado lugar a varias leyendas entre los paraguayos, más
prolíficos o más conservadores de su saber tradicional que los bolivianos en
esta zona.
Una de las leyendas sobre el origen del chajá dice que unas lavanderas trabajaban en la orilla de una laguna mientras hablaban maldades de sus vecinas ausentes, cuando acertó a aparecer por el lugar Tupá, la deidad guaraní. Al verlas y escuchar lo que decían, Tupá adoptó la forma de un anciano y, aproximándose, pidió a las lavanderas que le dieran un poco de agua. Las mujeres, entre risas y escarnios, le ofrecieron un recipiente con agua y jabón, ante lo que el dios asumió una forma terrible que las hizo correr gritando Yaha, yaha, momento en que Tupá las convirtió para siempre en pájaros gordos que gritan yaha sin cesar y cuya carne tiene sabor jabonoso.
Una de las leyendas sobre el origen del chajá dice que unas lavanderas trabajaban en la orilla de una laguna mientras hablaban maldades de sus vecinas ausentes, cuando acertó a aparecer por el lugar Tupá, la deidad guaraní. Al verlas y escuchar lo que decían, Tupá adoptó la forma de un anciano y, aproximándose, pidió a las lavanderas que le dieran un poco de agua. Las mujeres, entre risas y escarnios, le ofrecieron un recipiente con agua y jabón, ante lo que el dios asumió una forma terrible que las hizo correr gritando Yaha, yaha, momento en que Tupá las convirtió para siempre en pájaros gordos que gritan yaha sin cesar y cuya carne tiene sabor jabonoso.
Según
otra leyenda, los chajás son los espíritus de una muchacha y de su enamorado,
quien por conseguir su amor se enfrentó con las manos desnudas a un jaguar, y
en el intento de ella de hacerle desistir de su empeño llamándole y diciendo Yaha, yaha, ambos fueron muertos por el tigre y desde entonces aparecen como
grandes aves que viven siempre juntas y avisan con sus gritos de los peligros.
«Me
encontraba como digo, / en aquella soledá, / entre tanta escuridá, / echando al viento mis quejas, / cuando el grito del chajá / me hizo parar las orejas». José Hernández, El gaucho Martín Fierro.
Entre
los muchos animales que se encuentran como mascotas en los pueblos, el chajá tiene además una utilidad como
guardián tan efectivo como un perro, pues una vez acostumbrado a su territorio
lo defiende gritando y, en caso de necesidad, atacando a los extraños con su
pico y con los espolones de sus alas.
El chajá es, sin duda, uno de los animales
representativos de las tierras bajas y cálidas del Cono Sur, su silueta sombrea
frecuentemente lo más alto de los arbustos de ribera y sirve de inspiración
para las tallas de madera elaboradas por los indígenas.
RESCATE DE ANACONDAS EN EL PARQUE NACIONAL PANTANAL DE OTUQUIS
Además de llevar caimanes de las pozas secas a las lagunas, también era necesario trasladar anacondas que, incluso dentro del Área Protegida, morirían a manos del primero que las descubriese en la orilla sur de la laguna.
«CORDILLERA» «PANTANERA»
«Aquí no valen dotores / sólo vale la esperiencia / aquí verían su inocencia / esos que todo lo saben / porque esto tiene otra llave / y el gaucho tiene su ciencia». José Hernández, El gaucho Martín Fierro.
Camino de Paraguay. Unas tres horas después de salir de Palma Blanca se alcanza el final del último alambrado. Aún continuamos por el camino una hora más y después nos desviamos al este. El resto del trayecto lo haremos atravesando los llanos interminables. Donde solo los vaqueros y los indígenas saben orientarse. Aún será un día y medio más a caballo.
«Las fronteras están cerca. La de Brasil a dos horas de caballo hacia el este, la de Paraguay a dos días al sur. Esta última y en ese punto de la geografía es ahora un inmenso territorio deshabitado, pese a que antes de la inundación del 79 estuviera jalonada de estancias a todo lo largo del camino. La ruta más rápida cruza los campos salpicados de islas de palmar, donde los tramos se dividen en vistas del horizonte: entre las docenas de palmares que se prestan a la vista tras superar la etapa anterior, los vaqueros pantaneros saben cuál es el grupo de palmeras que indica la dirección, no solo del destino final, sino también de los mejores lugares para vadear los traicioneros curichis.
Por
la derecha discurre una cordillera,
una especie de dique de quizá un metro de elevación sobre el llano, como una línea
de palmeras que significase el límite de algo.
Los
ñandús y los ciervos de los pantanos corren al menor peligro y en las zonas
húmedas las yaracusús se arrastran
entre barro y agua; restos de alguna antigua estancia en la que un bibosi
ha crecido abrazando troncos de palma de la pared y los mantiene en el aire, el
esqueleto de una montura que colgaba de un clavo que ya forma un cinturón en
torno al tronco que la atravesó; una noria casi seca y un par de pequeños yacarés que quedaron dentro al retirarse
el agua. Y llanos y palmares, palmares y llanos». (Pág. 32)
PRIMERA PRESENTACIÓN "SERIA"
El número de ejemplares es limitado; no se queden sin el suyo.
12 DE OCTUBRE
Hoy hace 523 años que Colón
y compañía llegaron a la América insular. Ese mismo año terminó la Reconquista y Nebrija publicó su «Gramática».
Llegaron a la América
insular y allí se quedaron los castellanos un buen tiempo. Aprovecho que (casi)
todo el saber de la humanidad está recogido en «¡Carao! Pantanal»:
Cuba, Haití y
República Dominicana en aquellos tiempos constituían un destino mucho más
asequible y barato que las tierras del continente, eran la puerta de entrada a
las Indias y en estos lugares los españoles permanecieron acantonados mucho
tiempo: diecisiete años después del Descubrimiento, aún Núñez de Balboa formaba
parte de la primera avanzadilla, que malvivía en el Darién, y tendrían que
pasar diez años más para que Cortés llegase a México. Mientras tanto, multitud
de castellanos probaban fortuna en las islas sin atreverse a avanzar más hacia
otras tierras; muchos colonos y una cantidad limitada de indígenas, una visión
de enriquecimiento rápido para la vuelta a España, oro y perlas cuya
consecución cada vez necesitaba de un trabajo más arduo por parte de los
esclavos locales, la búsqueda de la riqueza a través de cultivos conseguidos
con jornadas de trabajo extenuantes para los indios… todo llevó al exterminio
de los aborígenes caribeños. Sin duda, en la base de todo el proceso estuvo ese
afán de conseguir riquezas para la vuelta rápida y gloriosa a la patria, ansia
que seguramente no estaba en el ánimo de los conquistadores, quienes más bien
procuraban un lugar en el que disfrutar de las riquezas conseguidas. Es
importante hacer notar que, en el caso de las Pequeñas Antillas y otras islas
caribeñas, la extinción de los indígenas se produjo a manos de otras naciones
europeas.
Pág. 316
(Apéndice: España y América)
Después llegaron Ojeda, Juan
de la Cosa, Ponce de León, Nicuesa, Diego Velázquez, Núñez de Balboa,
Magallanes, Cortés, Elcano, Pizarro, Mendoza, Vázquez Coronado, Valdivia, etc. Exploradores, descubridores, conquistadores… ¿Héroes o villanos? Me
remito, de nuevo, a «¡Carao! Pantanal»:
Todo se debe al momento en
que se produjeron el descubrimiento, la conquista y la colonización. Si el
Descubrimiento hubiera sido en nuestros días, el proceso posterior se habría
realizado de otra manera más justa y con mayor respeto por los recién
conocidos. Pero en aquella época… La península había sido conquistada a fuego y
espada por los musulmanes y la recuperación se produjo en los mismos términos;
las escaramuzas duraron hasta el mismo momento del primer viaje de Colón. La
esclavitud, aunque poco tiempo después desaparecería en Europa, era aceptada y
practicada ampliamente. Los castellanos simplemente aplicaron en América la
forma de proceder que las circunstancias les habían obligado a aprender.
Encontraron pueblos pacíficos y tribus guerreras, recolectores amenazados por
caníbales, incipientes civilizaciones y poblaciones sojuzgadas y tiranizadas.
Los conquistadores, que vieron cómo los pobladores más rudimentarios les
ofrecían mujeres entre otros regalos o canjes, cómo los sacrificios humanos y
la esclavitud eran comunes en las sociedades más avanzadas, no debieron pensar
que la vida humana y la libertad fueran tenidas en alto concepto en aquellas
tierras, al menos no más que en el Viejo Mundo.
Pág.
313 (Apéndice: España y América).
Por cierto, ¿dónde se
conmemora el 12 de octubre de 1492? Como esta es una de las pocas informaciones
que no están en «¡Carao! Pantanal», echo mano de la Wikipedia. El resultado es
que se conmemora en varios países, pero con diferentes matices: en Argentina es
el Día del respeto a la diversidad cultural; en Bahamas, Día del descubrimiento; en Belice, Día panamericano; en Bolivia; Día de la descolonización -¡Toma!-; en
Chile, Día del encuentro de dos mundos; en Colombia, Ecuador, Honduras y México, Día de la raza; en Costa Rica, Día de las culturas; en Cuba no se celebra; en El
Salvador, Día de la hispanidad; en Estados Unidos, Día de Colón; en España, Fiesta
nacional de España; en Nicaragua y Venezuela, Día de la resistencia indígena; en
Perú, Día de los pueblos originarios y del diálogo intercultural; en la
República Dominicana, Día de la identidad y diversidad cultural y en Uruguay, Día
de las Américas. Todos más o menos inteligibles excepto ese «Día de la
descolonización» de Evo. Vamos, digo yo.
¡YA ESTÁ EN LAS LIBRERÍAS!
Ya se puede encontrar «¡Carao! Pantanal» en la Casa del libro, en Amazon, iTunes, libros.cc...
Solo en Amazon.
Solo en Amazon.
LAS POBLACIONES
No sé qué pudor o
qué escrúpulos me llevaron a cambiar los nombres de las poblaciones de ¡Carao! Pantanal en las últimas
correcciones. Hay suficientes referencias en el libro como para que cualquiera sepa
sin dudarlo a qué lugares me refiero.
A veces un amigo uruguayo me
decía que aquello era como Cien años de
soledad: los apellidos se repiten, sobre todo los de las autoridades;
siempre son los mismos. Por eso cuando le cambié el nombre me decidí por Puerto
Macondo, pensando que al mismo tiempo homenajeaba la ironía de mi amigo.
Una vez puesto a cambiar, no
tuve más remedio que inventar otro nombre para la ciudad brasileña cercana. En
esta ocasión solo mantuve una cierta semejanza en el sonido y la llamé Xarupá. Aunque, ¿quién no conoce el nombre de la cidade
branca del Pantanal?
No existe una estancia Palma
Blanca, pero sí hay un rancho allí, en ese mismo lugar, y a sus características
me ceñí para enmarcar la vida de mis vaqueros. La palma blanca, Copernicia alba, es la palmera del
Pantanal, la que aparece en cuanto una pequeña altura del terreno le permite
tener los pies secos durante una parte del año.
PERSONAJES DE "¡CARAO! PANTANAL": EL COOPERANTE
Me está pareciendo que este chaval va de listo. Quiere dar la impresión de
que para él todo esto está chupado, o algo parecido. Pues no me lo trago.
-Vives en medio de una selva con varias especies de monos, tarántulas del
tamaño de una mano, marabuntas que te hacen correr de vez en cuando, al lado de
una laguna donde hay caimanes, anacondas y pirañas y te parece normal…
-Ahora sí. Al principio no te niego que me pareciese una aventura, pero la
verdad es que tenía tantas cosas que hacer y que aprender que no tenía tiempo
de pensar si era una aventura o no y me fui acostumbrando sin darme cuenta. La
primera vez que vi monos en libertad, ahí en el camino, por ejemplo, flipé.
Pero a todo se acostumbra uno. Además, no me negarás que mi calidad de vida ha
aumentado, y mucho -afirma haciendo un ademán que abarca el bosque y la laguna
inmensa que comienza abajo, al final del talud-. Y eso ayuda.
-Sí, bueno –concedo-, no es el skyline
de Madrid. No hay atascos, ni problemas para aparcar, ni contaminación… ¿Y
hacer jornadas de diez horas a caballo por pantanos deshabitados, pasear
turistas por canales llenos de caimanes como ese de ayer, recorrer trescientos
kilómetros por el río en una barca de siete metros tampoco es una aventura?
-Es mi trabajo. Te aseguro que si pudiese ir en coche no usaría el caballo.
Después de una hora a caballo te duele todo; imagínate lo divertidas que son
las nueve horas siguientes: ahí se terminaría todo el ambiente aventurero, si
lo hubiese. Y lo de la barca es un lujo, sobre todo desde que pusimos los
asientos cómodos y el techo. Para que veas cómo es eso de la costumbre: en días
de muchos caimanes, cuando el agua está baja, por la mañana el primer caimán
que ven los turistas es un escándalo, le hacen cien fotos… Después van viendo
más caimanes, más caimanes, más caimanes, y por la tarde ya no quieren ni parar
a verlos de cerca; al final del día ya ni los miran.
-Quieres decir que ya nada de todo esto te sorprende…
-Siempre hay algo que puede sorprender, pero como te dije es mi trabajo y
son las condiciones que hay. Además, todo ha mejorado mucho. Antes no teníamos
electricidad y usábamos un generador, el camino estaba hecho una pena y a veces
tardaba dos horas en sacar el coche del barro, no teníamos la caseta de la
orilla y subíamos y bajábamos todos los días las barcas y los motores… Si
hubiese podido ver el futuro hace unos años, sí, me habría sorprendido de lo
fáciles que son las cosas ahora. Y, como ves, cada vez todo es más “normal”,
con electricidad, un camino estable y todo eso.
-Luego todo eso no es una aventura.
-Eso es. No es una aventura –repite, pareciendo cansado ya de mi insistencia.
Tengo la impresión de que en esa negativa hay algo de afirmar que si trabaja
aquí es por convicción de que hace algo útil y no solo por la posibilidad de
vivir en un lugar así.
En fin, no tengo más remedio que creerle. A mí, que estoy pasando unas
semanas por aquí, todo me parece extraordinario, sorprendente, extraño… pero
para él ya debe ser incluso rutinario, su «pan de cada día».
Pero para mí, visto desde Madrid, todo esto sigue teniendo su halo de
aventura. Que conste.
El cooperante es un personaje más o menos neutro en ¡Carao! Pantanal. No hace nada especialmente bueno, ni malo, ni transcendente.
Nos transmite sus sensaciones y sus opiniones, nos cuenta hechos e interpreta
algunos de ellos según las consecuencias que observa o intuye. No es mi
protagonista. Ni siquiera tiene carácter de protagonista; demasiado tranquilo y
relativista, no maneja convicciones absolutas. “Lo usaré para transmitir las
sensaciones de un conservacionista europeo que entra en contacto con este mundo”,
decido.
-En el libro tus opiniones serán tuyas y nada más –le advierto.
-Lógico. Y que quede bien claro que opino sobre este lugar y estos hechos;
no sé cómo funcionan las cosas en Guatemala o en Tanzania. Yo hablo de esto. Bueno,
también opino sobre la historia del descubrimiento y la colonización y no
estuve allí para verlo (y evidentemente no soy el único que no estaba allí para
verlo, pero opina); si vivieras aquí comprenderías que, o haces un buen repaso
de historia, o estás jodido.
PRIMER EJEMPLAR EN PAPEL
El libro ya ha sido enviado a impresión y dentro de un par de semanas comenzará el envío a los mecenas.
LA GEOGRAFÍA DE "¡CARAO! PANTANAL"
«En esa zona del mapa, a falta de otra cosa que
marcar, cada punto con un nombre es una casa, frecuentemente abandonada `cuánto
ha´».
Concretamente, en este mapa del Sistema de información vial del
departamento de Santa Cruz vemos supuestas poblaciones que llegan hasta Puerto
Busch, en el río Paraguay. En la época de “¡Carao! Pantanal” había siete
estancias en funcionamiento siguiendo la frontera con Brasil al sur de San
Juan, la más meridional de ellas en el límite sur del ANMI, al oeste del
supuesto camino. Los puntos, por tanto, indican una casa cuando la hay. Y lo
demás, al sur de ahí, son imaginaciones.
Como imaginación es el camino, que en época de lluvias no se puede recorrer
ni a caballo: llegados a cierto punto la vista solo distingue un inmenso
lodazal, un «curichi», en el que se sabe que se entra, pero no si se va a poder
salir.
En la época seca y con mucha suerte, saliéndose de los restos del camino
para avanzar por los llanos, se podría llegar hasta Puerto Busch:
«Mario
mira en la dirección señalada y vuelve a frotarse los ojos. El `puerto´
consiste en un barco no mucho más grande que el de los pescadores y, por lo que
puede ver, amarrado a la orilla por gruesas maromas. `Puta miércoles´, dice
para sí, que lo había imaginado semejante a los puertos brasileños, con un
bullicio de militares moviéndose entre el muelle de atraque, grandes
instalaciones en tierra y barcos erizados de cañones y ametralladoras. A medida
que se acercan puede ver la dotación completa del destacamento: seis soldaditos
no mayores de dieciséis años y un joven comandante. Alrededor del `puerto´ se
extienden los `llanos inundables´, ahora secos, hasta la línea del horizonte».
Y, ¿qué hay al oeste del camino?
Más de cien kilómetros de nada construido por el hombre (al menos por el hombre
«blanco»): ni caminos, ni casas, ni alambrados. Ni gente. Nada.
-¡Puro Pantanal, che!
CITAS EN EL LIBRO
Mientras leo suelo memorizar
frases y expresiones, o incluso anotar párrafos enteros que me gustan en particular.
Algunas frases de esos libros dicen exactamente lo que yo querría decir, pero
mejor dicho, y no me he resistido a intercalarlas en el libro (con la
correspondiente mención del autor y la obra, claro), aprovechando para
homenajear a esos escritores.
Tal vez ya esté todo
escrito. Estuve muy ufano con mi imagen de “la noche se rompe” en una tormenta
hasta que leí Vigilia del almirante
del paraguayo Augusto Roa Bastos y me encontré esa misma expresión. Cambié mi
frase por “se resquebraja”, que además suena más a trueno, e incluí la cita de
Roa Bastos como reconocimiento de que alguien ya la había inventado.
Concretamente, he tomado
partes de obras de Xabier Benguerel, Rafael Alberti, Umberto Eco, Mario Vargas
Llosa, Gabriel García Márquez, Pablo Neruda, Stephen King, Jorge Amado, Manuel
Machado, Juan Ramón Jiménez, Jorge Luis Borges, Ciro Alegría, José Hernández, Augusto Roa
Bastos, Fernando Villalón, Rubén Darío, José de Alencar, Federico García Lorca,
Simon Kinberg y Arturo Pérez-Reverte.
Si hablamos del Pantanal no
podría dejar de citar estrofas de canciones de los antiguos cantantes sertanejos que hablan de su fauna, su
flora y sus vaqueros: Almir Sater, Sérgio Reis, Renato Teixeira, João Caetano, Gaúcho
da fronteira, Cláudio Nucci, Sá & Guarabira, Sulino e Marrueiro, Sagrado
coração da terra. Además también menciono partes de canciones de Mario Bofill, Medina
Azahara y El último de la fila.
A Eduardo Galeano lo cito,
pero no por lo acertado de sus palabras, al igual que un par de páginas de
internet de las que no doy la dirección, pero que se pueden encontrar colocando
una parte del texto en un buscador.
LA MÚSICA DE "¡CARAO! PANTANAL"
Amir Sater, Sergio Reis y tantos otros con sus canciones "sertanejas" transmiten el ritmo del Pantanal y su visión de la vida de los vaqueros, de la fauna y de los paisajes "pantaneros", cuyas imágenes podemos encontrar en los vídeos que acompañan a las canciones.
Además, dos canciones españolas aparecen mencionadas en el libro con la excusa de una letra y la realidad de una añoranza.
PARA SER CONSECUENTE CON MIS RESULTADOS…
Como ya tengo una tableta y
no parece que me estropee más aún la visión, he optado por el libro digital.
La tableta me la dio, la
quisiera o no, el estado y no le encuentro otro uso que utilizarla como lector
digital. Así que voy a empezar a leer libros digitales para compensar todas las emisiones de carbono que pueda de la
fabricación del aparato. Además deberé usarlo en lugar del ordenador para algunas otras actividades si quiero reducir consumo de energía.
He elegido el sistema Kindle
de Amazon siguiendo la misma razón de economizar emisiones: los servidores
gastan una enormidad en funcionamiento y, sobre todo, en refrigeración mediante
aire acondicionado. Por ahí he leído que el servidor central de Facebook en
Estados Unidos consume tanta electricidad como una ciudad pequeña. Bien, Amazon
debe tener unos servidores y una cuenta de electricidad inmensos, pero lo usan
millones de personas y, cuanta más gente lo use, menor es el consumo de
electricidad y la emisión de energía por usuario. Además, Amazon ya tiene
bastante de su contenido “en la nube”, lo que reduce la cantidad de servidores
físicos dispersos y, por tanto, las necesidades de refrigeración. Por otro lado, Amazon ya recibe todos sus Kindle usados para reciclar y los datos de 168 kg de CO2/ Kindle producido aparentemente no tienen base.
Por el consumo de energía se
nos escapa el clima. Según la Agencia Internacional de la Energía, los
escenarios de futuro muestran que las cuatro quintas partes de las emisiones
que deberíamos tener en 2035 ya están cubiertas por el consumo de electricidad;
además, aumentar la eficiencia energética solo retrasaría en unos cinco años el
punto en el que el consumo de energía solo ya emitiría todo lo permitido para
ese futuro (aumento de 2º C hasta 2050). Otro dato es que para cumplir ese
objetivo solo se puede consumir un tercio de las reservas conocidas de
petróleo. Por eso el IPCC en su último informe marcaba como ineludible reducir
el consumo de combustibles fósiles a cero. A cero.
Bueno, pues ya tengo mis dos primeros libros. Además, así no tengo que esperar unos meses para poder comprarlos en España y leer a estos dos monstruos.
NUEVOS DATOS, MISMOS RESULTADOS: LIBRO DIGITAL FRENTE A IMPRESO
He reunido la información de esta entrada con la anterior en «Pensando en el medio ambiente...» para que quede más claro.
BARO
Baro está perdido, desorientado y solo. Si se le pudiese preguntar y él
pudiese responder, tal vez no sabría decir si le da más miedo la desorientación
o la soledad. No tiene referencias, no tiene parámetros, ni comida en el plato,
ni plato…
Es un animal grande, de un tamaño y una fuerza incluso mayores que las de
otros gran daneses; o, lo que es lo mismo, nada si lo comparamos con un jaguar o un puma… nada para una cascabel.
El hombre recorre el Pantanal a salvo tras sus armas, su inteligencia, su
discernimiento, como el mayor predador de la Tierra; Baro entra en la cadena trófica,
en la pirámide alimenticia pantanera, en un puesto elevado, pero no en el
principal, tal vez en competición con caimanes, anacondas y nutrias gigantes. Y eso es malo.
Seguramente no le resulte fácil sobrevivir en ese ambiente cambiante y
hostil hasta cumplir su destino junto a Diana y Cristino, pero Baro es duro.Y su rugido puede hacer que los habitantes de los pantanos tiemblen en sus madrigueras.
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Hace ya bastantes años, cuando estaba en el instituto, empecé a escribir
sobre un perro perdido que veía las bandadas invernales de páridos en los pinares
con sus carboneros y herrerillos y acompañados por trepadores, reyezuelos y
agateadores. Veía las águilas cazando culebras y se encontraba con lobos y
puede que algún oso. Tenía encontronazos con jaurías de perros cimarrones. Perseguía
conejos y escuchaba los cantos de las currucas, admiraba los colores de los
abejarucos y se inquietaba con los gritos de las lechuzas. Se enfrentaba al
verano y a la nieve. Y se sentía solo.
Baro es un álter ego de mi último gran amigo canino, aquel que
tuvo un fin demasiado cruel y temprano. Anduve, corrí y trepé por montañas
tanto con él que es el personaje que mejor conozco. Lo imagino perfectamente
trotando por los llanos interminables, chapoteando en los pantanos, transmitiendo
a través de la mirada una poderosa sensación de nostalgia.
Baro es como la sombra de unas llamas; tan fuerte y tan vulnerable como
suelen ser los gigantes. Necesitaba que estuviese allí en los pantanos. Allí, su
vida continuó y finalmente tuvo los momentos de felicidad que le habían sido negados.
Solo en Amazon.
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Los personajes de "¡Carao! Pantanal" son reales; tan reales como pueda ser la síntesis de los varios capataces de ranchos que dan vida literaria a Martín, del sinnúmero de vaqueros que se funden en Pedrito y en Mario, del conjunto de oligarcas locales que se personifican en Rony Weisz.
Todos ellos son "cambas", y los "cambas" deben hablar como "cambas", por lo que al final del libro se incluye un nutrido glosario.
Todos ellos son "cambas", y los "cambas" deben hablar como "cambas", por lo que al final del libro se incluye un nutrido glosario.
PENSANDO EN EL MEDIO AMBIENTE, ¿QUÉ ES MENOS CONTAMINANTE, LEER LIBROS EN PAPEL O DIGITALES?
(He reunido en esta entrada la información que ya había y la de «Nuevos datos, mismos resultados».)
Creo que muchos lectores queremos sentir el tacto del papel, el peso del libro, la visión de las estanterías llenas. Por la persona del verbo que he utilizado ya saben que me incluyo en ese grupo. Sin embargo, cuando pienso en el consumo racional, responsable y sostenible me surgen dudas. El papel del libro viene de los árboles, y en su transformación y en la publicación se usan productos químicos para blanquear, para las tintas, etc., además de que los libros tienen que ser transportados a las librerías, para lo que consumen combustible. Para fabricar un lector digital se usan materiales no renovables, algunos de ellos conseguidos a costa de un gran impacto socioambiental, y hay que consumir energía para leer.
Creo que muchos lectores queremos sentir el tacto del papel, el peso del libro, la visión de las estanterías llenas. Por la persona del verbo que he utilizado ya saben que me incluyo en ese grupo. Sin embargo, cuando pienso en el consumo racional, responsable y sostenible me surgen dudas. El papel del libro viene de los árboles, y en su transformación y en la publicación se usan productos químicos para blanquear, para las tintas, etc., además de que los libros tienen que ser transportados a las librerías, para lo que consumen combustible. Para fabricar un lector digital se usan materiales no renovables, algunos de ellos conseguidos a costa de un gran impacto socioambiental, y hay que consumir energía para leer.
Veamos, entonces. Voy a ir
adelantando la solución (condicional) a la que he llegado: si usted ya tiene un
lector digital o tiene una tableta y la usa para leer, no lo dude, lo más
ecológico (además de barato, que también podría entrar en la ecuación de la
sostenibilidad) es el libro digital. Si ese es su caso, no necesita continuar
leyendo esta entrada. Ahora bien, si está pensando si debe comprar un lector o
los libros en papel de siempre, la cosa no es tan fácil.
En cuanto al libro de papel,
debemos tener en cuenta varios datos. En España el papel que usan las
editoriales proviene de plantaciones de eucaliptos y pinos, en concreto de 430
000 hectáreas dedicadas a esto. Van cortando y plantando. Aquí empezamos a
encontrar escollos: ¿qué impacto ambiental tiene ese espacio inmenso (4300 km2,
si no me equivoco en la conversión) de eucaliptos y pinos que, además, nos han
ido vendiendo durante décadas como repoblaciones forestales?
Bien, ya tenemos los árboles
cortados y pasan a la fabricación del libro. Aquí vienen los procesos de
blanqueamiento y preparación del papel, energía, agua y los productos químicos
usados para la fabricación de la tinta, colas y disolventes. El siguiente paso
es el transporte, que significa consumo de combustible.
Para los libros en papel
existe la opción de usar papel reciclado, lo que reduce mucho su huella
ecológica: menor corte de árboles y gasta menos energía y agua por libro.
Veamos cómo es el proceso para la fabricación de un lector digital o una tableta antes de analizar algunas comparativas. Los materiales incluyen plástico, arsénico, zinc, cobre, litio, oro, cristales tratados y, tal vez el compuesto más problemático desde el punto de vista socioambiental, el coltán, que proviene de zonas en guerra de África y cuya extracción es ecológica y socialmente insostenible. El gasto de agua es de unos 80 l por lector digital y necesita, evidentemente, transporte y por tanto consumo de combustible. Además, lo más habitual es que se fabrique en Asia y se deba transportar hasta aquí.
También podemos encontrar
diferencias en la disposición final: en España, a pesar de las normativas
europeas (principalmente el RAEE, transpuesto a la legislación española por el RD 208/2005), solo se trata el 30% de los residuos
electrónicos, por lo que gran parte de las sustancias tóxicas contenidas en el
lector digital o la tableta terminan donde no deben. En cuanto al papel, en Europa
se recicla un 60% del papel usado, que en volumen, además, se va reduciendo
cada año. La disposición final de un libro es probable que sea una biblioteca
particular o pública (por lo que no produce residuo), mientras que es poco
probable que guardemos los lectores digitales o tabletas que se van
escacharrando.
He hablado de fabricación y
transporte y también de disposición final. Ahora veamos qué pasa durante la
vida de cada tipo de libro.
El estudio comparativo más
completo tomaba en cuenta, para un periódico en papel, leído en ordenador y
leído en lector digital (en Europa) el consumo de energía, el tipo de recursos
y el potencial de acidificación, de eutrofización, de calentamiento global, de
afección a la capa de ozono, de ecotoxicidad acuática y terrestre, y de
toxicidad para el hombre, todo ello calculado desde la producción hasta el
descarte como residuos. El lector digital ganaba en todo, si bien los
escenarios eran comprar el periódico en papel, leer diez minutos o leer media
hora por día, lo que restringe un poco los resultados. Lo más contaminante del
periódico impreso sería el papel usado y la energía gastada en la editorial; en
el caso del ordenador, el consumo de energía; lo menos ecológico del lector
digital serían la fabricación y los residuos.
De este estudio las
asociaciones papeleras tomaron la idea de que si se va a leer un documento
adjunto en un ordenador durante más de quince minutos por página sería más
ecológico imprimirlo, como ejemplo de la gran diferencia que existe entre los
impactos del papel y la electrónica. Un estudio reciente de la misma
institución sueca contradice esta afirmación basándose en que de esa manera
solo se consigue sumar al impacto del ordenador el de la impresión, pues
recientemente se está atribuyendo gran participación en el consumo de energía a
los sistemas de almacenamiento y transferencia de información vía internet,
incluso mayor que el consumo del propio aparato.
Pero los estudios
comparativos más usuales se refieren a la producción de CO2. En
teoría el carbono que está en el árbol pasa al papel y se queda ahí, además de
que seguramente será replantado, por lo que la producción de CO2
provendrá más bien del consumo de energía y del transporte para la producción
del libro.
Básicamente debemos
considerar que para leer un libro tradicional (con luz solar) no se consume
energía, mientras que sí se necesita para leer un libro digital. Pero no
siempre leemos de día ni con luz solar, por lo que seguramente consumiremos
electricidad para leer en ambos casos. Para leer un libro en papel usando una
bombilla de 20 W gastaremos 20 Wh de electricidad por hora; si usamos una
tableta probablemente gastemos entre 2 y 6 Wh por hora; un lector digital es
mucho más eficaz en el uso de la energía, tal vez (por datos indirectos)
incluso su consumo sea el 10% del de una tableta.
En Estados Unidos calcularon que se necesita leer 14
libros digitales para compensar la emisión de CO2 producida por la fabricación
de un lector. Un estudio sueco lo cifraba en 33 libros digitales de 360 páginas
cada uno. Los cálculos van desde 0, 25 hasta 7,5 kilos de CO2 emitidos por cada
libro en papel, que sería la base de reducción por cada libro leído en un
lector digital. Según ASPAPEL las emisiones producidas serían 1,2 kg CO2/ libro
de papel fabricado, lo que es posible teniendo en cuenta los resultados del
Proyecto Life – Autoedición (http://www.ecoedicion.eu/), los cálculos de la
editorial francesa Hachette (http://www.hachette.com/file/23-file-fr),y los
datos que aparecen en la web http://muhimu.es/medio-ambiente/ebook-libro/#,
basados en « Åsa Moberg & Clara Borggren & Göran Finnveden (2010). Books from an environmental perspective—Part 2: e-book
s as an alternative to paper books». Este artículo es el famoso
de los 33 libros de 360 páginas para compensar la huella de carbono de un
lector digital, artículo al que solo se puede acceder suscribiéndose a la
revista por 35 €, lo que está fuera de mis objetivos actuales.
Parece ser que para la producción de un libro de papel en
Estados Unidos, no sé exactamente porqué (tal vez por su matriz energética muy
contaminante), se acepta que las emisiones están en torno a los 4 kg de CO2.
La huella de carbono de una tableta puede ser de 130
kilos de CO2 por aparato (ejemplo tomado de un iPad), o 105 (iPad 2). Apple ha
invertido en energía solar en los últimos años y no consume energía de la red
en sus instalaciones en Estados Unidos, pero los iPad son fabricados en China y
transportados a todo el mundo, de modo que la matriz energética que usan en la
producción es la china. Es decir, a pesar de los paneles solares, la
fabricación del iPad no tiene por qué emitir menos que otra tableta.
La huella de carbono producida por la fabricación de un
lector digital es de 30 kg de CO2 según (http://www.theguardian.com/sustainable-business/carbon-footprint-ipad-kindle).
Es decir, la fabricación de un lector digital (sin conexión fija a internet ni
otros programas, solo lector) emite mucho menos que la de una tableta y además consume
mucho menos, pues supuestamente solo gasta energía mientras se forma la página
o cuando se usa la luz propia del aparato.
Si asumimos de 30 a 40 kilos de CO2 como punto de partida y un consumo de 2 – 6 W por hora, el ahorro en la producción de CO2 por
cada libro digital que leamos dependerá de la matriz energética del lugar en el
que estemos, lo que se llama el mix energético:
la proporción de cada tipo de combustible utilizado para la producción de
energía. También tenemos que tener en cuenta las pérdidas de energía en la
distribución. Por ejemplo, en España, con un 45% de energía procedente de
centrales térmicas, 20% de nucleares, 19% de renovables y 14% hidroeléctrica,
el coeficiente oficial es de 0,649 kg CO2/kWh de electricidad final
consumida. En Suecia, con solo un 5% de térmicas, el coeficiente es casi diez
veces menor. En Estados Unidos, con un 70% de térmicas y renovables casi
inexistentes, la emisión de CO2 por kWh es más del doble que en
España. En China (77% carbón) es más del triple. Y para mí, aquí en Brasil, con
una gran contribución de energía hidroeléctrica, es la cuarta parte que en
España.
Hay análisis (no estudios)
que se decantan por el libro en papel por considerar que muchos lectores
digitales recibidos como regalo nunca se usan, que la media de lectura es baja
y (no sé de dónde sale este dato) consume más una tableta (no un lector) que
una bombilla.
Y hay más factores que debemos
tener en cuenta: en una familia, un libro impreso pasa de uno a otro sin mayor
gasto de energía ni contaminación, mientras que un libro digital seguramente
necesitará un lector o tableta por persona. Otro factor es que una tableta no
es algo que se compre ni se use únicamente para leer libros digitales y que es
probable que se compre tanto si se van a leer libros impresos como electrónicos.
Cuanto más dure el lector o la tableta y cuantos más libros se lean en ellos,
menor será el impacto ambiental del aparato, ya que evitamos la producción de
libros impresos y de residuos tecnológicos. Con el auge actual de la
autoedición y de la impresión por demanda, esto es más válido aun, pues si contamos
con ediciones de veinte mil libros rodando por ahí esperando un comprador, en
ese caso el daño ya está hecho y la lectura en digital serviría solo para
aumentar el impacto de ese libro en concreto. También hay que sopesar el riesgo
para la salud visual de leer en una tableta, algo que parece que no ocurre con
un lector digital.
Hagamos un cálculo sencillo para despejar algunas dudas:
- Si tomamos como 1,2 kg CO2 las emisiones derivadas de la producción, transporte y distribución por cada libro de papel en España;
- si tomamos como 38 Kg CO2 las emisiones derivadas de la producción, transporte y distribución de un lector digital;
- si tomamos como 10 horas la media de tiempo que dedica una persona a la lectura de un libro de unas 300 páginas;
- si tomamos como 6 vatios hora (0,006 kWh) el consumo de electricidad para leer en un lector digital;
- si tomamos como 0,649 kg CO2/kWh las emisiones producidas en España debido a su matriz energética y pérdidas en la distribución (datos oficiales)
- y si tomamos 33 como el número de libros digitales que deberíamos leer para compensar la huella de carbono de un lector:
33 libros en papel x 1,2 kg CO2/ producción de cada libro en papel = 39,6 Kg CO2
10 horas de lectura en tableta x 0,06 KWh x 0,649 kg CO2/kWh = 0, 04 kg CO2/libro leído en tableta
33 libros digitales x 0,04 kg CO2 / libro digital leído = 1,32 kg CO2
¿38 kg CO2 emitidos en la fabricación de un lector digital + 1, 32 kg CO2 emitidos por la lectura de 33 libros digitales = 39,6 kg CO2 emitidos por la producción de 33 libros en papel?:
39,32 = 39,6, lo que se aproxima suficientemente.
- Si tomamos como 1,2 kg CO2 las emisiones derivadas de la producción, transporte y distribución por cada libro de papel en España;
- si tomamos como 38 Kg CO2 las emisiones derivadas de la producción, transporte y distribución de un lector digital;
- si tomamos como 10 horas la media de tiempo que dedica una persona a la lectura de un libro de unas 300 páginas;
- si tomamos como 6 vatios hora (0,006 kWh) el consumo de electricidad para leer en un lector digital;
- si tomamos como 0,649 kg CO2/kWh las emisiones producidas en España debido a su matriz energética y pérdidas en la distribución (datos oficiales)
- y si tomamos 33 como el número de libros digitales que deberíamos leer para compensar la huella de carbono de un lector:
33 libros en papel x 1,2 kg CO2/ producción de cada libro en papel = 39,6 Kg CO2
10 horas de lectura en tableta x 0,06 KWh x 0,649 kg CO2/kWh = 0, 04 kg CO2/libro leído en tableta
33 libros digitales x 0,04 kg CO2 / libro digital leído = 1,32 kg CO2
¿38 kg CO2 emitidos en la fabricación de un lector digital + 1, 32 kg CO2 emitidos por la lectura de 33 libros digitales = 39,6 kg CO2 emitidos por la producción de 33 libros en papel?:
39,32 = 39,6, lo que se aproxima suficientemente.
Es decir, teniendo en cuenta únicamente las emisiones de
CO2, deberíamos leer al menos 33 libros digitales en el lector digital para
amortizar las emisiones de fabricación de uno de estos aparatos electrónicos en
España. No me parece demasiado.
Para compensar la huella de carbono de una tableta (130
kg de emisiones en lugar de 38) en España habría que leer al menos 3 veces más
libros, por lo menos 100. Pero la tableta tiene otros usos (digamos que leer
libros en ella no es su función principal) y siempre que la usemos en lugar del
ordenador estaremos economizando un gran porcentaje de emisiones.
En un resumen de los estudios realizados hasta 2010, A.
Moberg, del Royal Institute of Technology de Suecia, concluía que no se pueden
extraer conclusiones definitivas acerca de la preferencia por libros impresos o
digitales desde una perspectiva ambiental, pues cada uno produce diferentes impactos
y algunos de ellos no pueden ser bien medidos por falta de datos y poca
eficacia de los métodos de cálculo.
Supongo que debemos tener en cuenta los datos del estudio
comparativo que analizaba varios aspectos y en los que el lector digital
siempre aparecía con el menor índice de potencial de contaminación, y también
el impacto socioambiental producido por su fabricación, además de las
condiciones y predilecciones de cada uno, para decidir si vamos a comprar un
lector digital o seguir usando los libros en papel de siempre. Pero insisto: si
ya tiene un lector digital, no tiene excusa para comprar libros en papel; si
tiene una tableta y no le molesta leer con la luz del aparato, tampoco. Incluso
comprar un lector digital usado me parece una opción más responsable, pues se
alarga la vida de un aparato que ya está fabricado y se evita que vaya al
vertedero
Para quien quiera profundizar más en estos asuntos, aquí
hay una página con enlaces a un gran número de publicaciones sobre el tema:
http://www.ecolibris.net/ebooks.asp.
****Nota de agosto de 2018: El libro «¡Carao! Pantanal» no se encuentra a
la venta en formato digital temporalmente. Una vez terminados los ejemplares de
la primera edición en papel (a precio reducido a través de este contacto), volverá
a estar disponible para leerlo en lector electrónico.
Y hablando de libros y de coltán: «Coltan», libro del año 2010 de Alberto Vázquez-Figueroa.
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