RÍO TACUARÍ - PANTANAL - BRASIL

Documental Globo Rural sobre la sedimentación del río Tacuarí y sus consecuencias sobre el área en la que se desarrolla «¡Carao! Pantanal». (Aquí el enlace para la segunda parte).

Es muy interesante lo que explica Emiko de Resende sobre la importancia del ciclo de seca-llenura: sin esa alternancia, la masa de agua se comporta como "un enorme desierto acuático" por la falta de aporte de nutrientes.

Al margen de las explicaciones sobre el desastre ambiental causado por el ganado, los cultivos en la zona del nacimiento del río y las infraestructuras mal planeadas, quiero subrayar varias cosas que aparecen en el reportaje:

Primero, el apego de esa gente por el Pantanal; no se quieren ir, a pesar de la inundación o la sequía permanente de sus campos que antaño seguían el ciclo de los pantanos. Al final del reportaje, Luciano de Barros dice que un amigo le preguntó en una ocasión qué es el Pantanal. Entre lágrimas, responde: «Es nuestra vida».

Segundo: en todas las tomas se ve o se oye algún ave.

Tercero: en la segunda parte del documental, mientras están buceando (en 06:41) pasa un par de pirañas por delante de ellos.

Cuarto: esas son las deslizadoras típicas del Pantanal, que precisamente construye ─entre algunos pocos más─ y vende el marido de Emiko de Resende.




─Pucha, la llenura es peligrosa –se lamenta finalmente Pedrito, pensativo-. Y más bien acá más o menos podés saber cuándo va a llegar el agua, pero allá en el Brasil donde trabajé era peor. Mirá, esa estancia estaba orilla del río Tacuarí, allá al otro lado del río –señala con el brazo y la mano extendidos-. Parece que allá en el Cerrado, donde nace el río Tacuarí, esos negros lo desmataron todingo, no dejaron un palo parado en sus tierras, ni en la orilla. De ahí cada año la llenura fue peor y ya no se sabía ni cuándo iba a llegar, ni hasta dónde. Te digo que cambió el agua y un año va por un lado y al siguiente por otro. Dicen los brasileros que bajan como dos mil volquetadas de tierra cada día por el río y ya no es llenura, es el mismo río que corre por medio millón de hectáreas. Mirá, se acabó la ganadería en esa tierra y hasta la gente de esas comunidades, pantaneros puros, che, tuvo que mandarse cambiar.
─¿Y qué decís vos, será que va a pasar acá lo mismo cuando empiecen a sacar madera para el carbón? Son setenta mil hectáreas, dijeron por la radio, y justo acá al borde de los pantanos.
─¿Cómo será, pues? Yo hallo que si sacan todo ese monte y más construyen las fábricas y el trillo, las llenuras van a cambiar.
Mario observa al viejo vaquero, su caballo, la llanura inmensa que los circunda.
─Compadre, es mejor que aprendamos a tumbar árboles o a cargar camiones. Puta miércoles, este Pantanal se va al carajo, che.
─Elay, vamos a tener que pedir un puesto en el mercado como collas –bromea Pedrito, y ambos ríen mientras pican espuelas para alcanzar un trote corto. Por no llorar.
(Pág. 232, adaptado).



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