LA TIERRA DEL CAIMÁN

 

En el cambio del siglo pasado al actual, las cosas se arreglan igual que cien años antes. Porque hablamos del Pantanal, del corazón inundado de Sudamérica; de la tierra del caimán. Tierra sumergida entre fronteras.

En el Pantanal, oponerse a los planes industriales para el Parque Nacional solo puede llevar a un final. Porque hablamos de la triple frontera, del tiempo detenido; de la tierra del caimán. Donde no hay ayuda posible.

En la mirada del vaquero, el horizonte recto y lejano es el símbolo de una forma de vida. Porque hablamos de un mundo, el de los vaqueros, que parece falto de sutilezas solo a quien no debe enfrentarse todos los días a hombres, animales y elementos con la única ayuda de su propia fuerza y un código de valores que se lleva como se lleva el revólver, el guardamonte o el lazo: sin aspavientos.



En “Caimán” andamos por un mundo del que desconocemos las referencias; las tendremos que ir entendiendo con Mario, con Martín, con Pedrito, con el Viejo Pantanero y con el cooperante. Contra la oligarquía regional, su poder y sus sicarios. Mientras sentimos crecer la tensión que nos lleva al desenlace anunciado.

Esto es lo que parece querer contarnos el autor, que durante años vivió en aquel mundo diferente. Nos habla también de la naturaleza y de la trata de personas y animales en lo que se puede entender como un homenaje al Pantanal y a sus gentes. Y lo hace dejándose notar, buscando no solo la descripción, sino también la armonía y la belleza tanto de la lengua escrita como del habla del Oriente boliviano.

De la tierra del caimán.

Puede encontrarlo aquí.

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